lunes, 13 de diciembre de 2010

Vida y Obra del Doctor Mario Molina

Premio Nobel de Química 1995
Mario José Molina nació en México el 19 de marzo de 1943, es increíble saber que desde su más temprana edad le fascinaba la ciencia a tal grado de montar un laboratorio en un baño de su casa y pasar horas maravillosas en medio de experimentos y juegos de química. A pesar de su afición a la música tomó la decisión de convertirse en investigador de química para lo que estudió la carrera de Ingeniería Química en la UNAM. Luego de terminar la carrera en México decidió cursar los estudios de posgrado de Físico-química en Estados Unidos, posteriormente regresó a nuestro país donde creó el primer posgrado en Ingeniería Química de México.
                                                  
Poco después se incorporó al equipo de investigación de George Pimentel con el objetivo de estudiar dinámica molecular con ayuda del láser químico, recientemente descubierto por ese equipo años atrás, fue ahí donde tuvo su primera experiencia en relación con el impacto de la ciencia y tecnología en la sociedad al haberle impresionado el hecho de que en otras partes del planeta se desarrollaban láseres químicos con fines bélicos, él deseaba participar en investigaciones útiles a la sociedad, no causarán resultados destructivos en la misma.

Al terminar sus estudios de posgrado se unió al equipo de Sherwood Rowland como becario de posdoctorado, éste le ofreció una lista de opciones de investigación de la cual el proyecto que más atrajo su atención consistía en averiguar el destino de ciertos productos químicos industriales: los Clorofluorocarbonos (CFC´s),  compuestos utilizados en la elaboración de aerosoles o como refrigerantes,  los cuales se estaban acumulando en la atmósfera y parecían carecer hasta entonces de algún efecto significativo en el medio ambiente. Tres meses después, sus investigaciones se aglutinaron en la “Teoría del agotamiento del ozono por los CFC´s” Les alarmaba la idea que la emisión de esta sustancia pudiera causar una degradación importante en la capa de ozono. Dieron a conocer sus descubrimientos en la revista Nature en 1974, donde explicaron la forma en que estas “sustancias maravillosas” degradaban la capa de ozono, la que nos protege de los rayos ultravioleta. Desgraciadamente sus advertencias fueron menospreciadas y consideradas excesivas por los investigadores.

Aún así, no desistieron ya que la verdadera lucha no se encontraba en el descubrimiento de lo dañino que eran en realidad los CFC´s sino en hacer reaccionar a la sociedad y a la industria especialmente sobre ello, el Dr. Molina y sus colaboradores fueron objeto de burlas por sus teorías porque de ser ciertas afectarían indudablemente a las industrias,  y lo lograron a no limitarse a difundir su descubrimiento a un grupo de científicos sino que tomaron la decisión de hacerlo también con las autoridades públicas y medios de comunicación. Después de arduas deliberaciones, Molina y Rowland consiguieron la aprobación a su tesis y posteriormente ya se encontraban fijando los parámetros de control que debían seguir los países en la emisión de CFC´s.

Poco después regresó a su vida académica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde sigue investigado sobre temas de química atmosférica. A pesar de no pasar el mismo tiempo en el laboratorio ve a la enseñanza e investigación como actividades que se retroalimentan ya que al explicar su punto de vista a estudiantes de mentes críticas y abiertas se ha visto obligado a examinar y recrear algunas de sus ideas. En 1994 fue nombrado por el presidente de los Estados Unidos miembro del comité que asesora sobre asuntos de ciencia y tecnología, al que pertenecen 18 científicos.

Pero sus esfuerzos se vieron culminados al obtener el 1995 el Premio Nobel de Química por su trabajo en química atmosférica, era la primera vez que se reconocía con este a un estudioso del medio ambiente. El Dr. Mario Molina ha señalado que cuando eligió el proyecto que lo llevaría al Nobel lo hizo simplemente por curiosidad científica, pero al darse cuenta de su descubrimiento se sintió sobrecogido no sólo por su contribución a la comprensión de la química atmosférica sino que además su aporte impacto la conciencia ecológica de todo el mundo. Ese mismo año fueron premiados por el Programa de la ONU para el medio Ambiente por su contribución a la protección de la capa de ozono. Son muchos los premios que ha obtenido hasta ahora tales como el Premio Tyler para Logro Ambiental que concede la American Chemical Society y la medalla de la NASA en reconocimiento a sus logros científicos.

El Dr. Mario Molina ha sido un ejemplo de convicción, y de entrega en el mundo de la investigación, de que cuando en realidad se desea algo se puede lograr, no importa los obstáculos en el camino, él es un ejemplo a seguir como investigador ya que siempre tuvo en mente un objetivo principal: utilizar la ciencia y tecnología a favor de la sociedad y no sólo de ella sino de todos los seres vivos y el medio ambiente. A su vez en todo momento ha dado el crédito merecido a sus colaboradores al considerar el Premio Nobel como un reconocimiento a excelente trabajo de sus colegas en el campo del ozono.

Carlos Chimal, en su libro Mario Molina y la carrera por el ozono cita al final del texto las palabras que su padre mencionó en el momento que Mario Molina y sus compañeros recibieron el Nobel: “Si las aves, los animales, los árboles y el resto de las especies vivas pudieran aplaudir, el estruendo nos dejaría sordos por un buen rato”                     

La lucha por la conservación de la capa de ozono continua, ya que se siguen buscando soluciones ante esta problemática de gran magnitud, así como la posible regeneración de la misma, en eso se encuentra trabajando Mario Molina y su grupo de científicos en el Instituto Tecnológico de Massachussets.

Quien imaginaría que un niño cuya “carrera de científico” inició en un baño sin uso situado en su casa, un niño que dejó su pasatiempo de tocar el violín para poder continuar aprendiendo una química que no muchos comprendían, lograría acabar con la creencia de que los CFC´s eran “gases mágicos’’ creados para el bien de la humanidad además de obtener un premio tan soñado por muchos y colocarse entre los científicos más respetados del siglo XX.

Han sido grandes las aportaciones del Dr. Mario Molina a la preservación de nuestro planeta y los seres vivos que habitan en él. Cualquiera pudo haber decidido el actuar a favor de la economía mundial y dejar sus creencias a un lado, él no lo hizo. Nuestro paso por este mundo es relativamente corto y no por ello vamos a obtener los máximos beneficios posibles porque al fin de cuentas nada trajimos y nada nos llevamos, más que la satisfacción por nuestras obras, esas obras son las que nos hacen seres inmortales entre los hombres, y el Doctor Mario Molina será en el futuro un claro ejemplo de ello.