jueves, 30 de septiembre de 2010

HISTORIA DE LA QUÍMICA

LA QUÍMICA: ¿ASUNTO EXCLUSIVO DE LOS QUÍMICOS?

Quiero compartir con ustedes este tema el cual encontré en un libro de Química I de la DGETI (Dirección General de Educación Tecnológica Industrial), libro en el que me he basado en varias ocasiones para la formulación de los escritos que expongo ante ustedes,

La química ha desempeñado siempre un papel fundamental en nuestras vidas. Durante siglos los hombres han preparado colorantes a partir de la planta del índigo; extraen y utilizan el oro y otros minerales y conocen las propiedades curativas de ciertos vegetales.

Desde antes de la era cristiana, en Grecia, Egipto y el Extremo Oriente se practicaba una ciencia ampliamente difundida: la alquimia, una forma primitiva de la química. Pero al llegar el año 1661 un joven noble irlandés, Robert Boyle, puso en tela de juicio las teorías que los alquimistas no podían demostrar. Boyle alegaba que la química debía tener un espíritu más crítico, había de basarse más en la experimentación que en la teoría.
                                                                              
Hacía finales del siglo XIX se empezaron a construir laboratorios químicos a escala industrial. El equipo utilizado en la ciencia química ha cambiado radicalmente desde los tiempos primitivos. El mortero que usaban los primeros químicos se transformó en una gran máquina trituradora y la retorta dio paso a enormes calderas.

La ciencia de la química se fundamenta en el estudio de las reacciones químicas. En el mundo que nos rodea, existen miles de ejemplos de dichas reacciones: la madera se quema, el hierro se oxida, la leche se corta y las frutas y verduras se pudren; todo ello a consecuencia de diversos procesos químicos que ahí se efectúan.

Los avances en el campo de la química se dan día con día y están modificando constantemente nuestras vidas. Las viviendas son hoy más confortables que antes, podemos viajar más de prisa y muchas enfermedades que antes eran incurables han dejarlo de serlo gracias a nuevas sustancias, que nuestros antepasados desconocían y que ahora se han podido separar y sintetizar. Hasta la ropa que llevamos se fabrica, blanquea, tiñe y acaba por procesos químicos. El rayón es un material sintético, creado químicamente a partir de astillas de madera. El nylon utilizado en la fabricación de telas, hilo y cuerdas de guitarra es otro material sintético del cual disfrutamos gracias a la química.

Nuestro cuerpo funciona gracias a la química, los nutrientes, el agua y el aire que respiramos se transforman a través de complejas reacciones químicas, formando los huesos y los músculos, suministrándonos energía y en definitiva manteniéndonos vivos.

También aplicamos la química en la cocina. Cuando guisamos, el vinagre, la levadura en polvo y el almidón presente en alimentos como la papa, no son otra cosa que los ingredientes de un proceso químico.

La química no sólo estudia los cambios y transformaciones de la materia que nos rodea, sino que intenta reproducirlos y optimizarlos con el objeto de lograr mejores condiciones de vida para la humanidad. En su quehacer, el químico se encarga, entre otras cosas, de producir fibras, medicinas, fertilizantes, alimentos, plaguicidas, plásticos, materiales para la construcción y limpiadores de todo tipo. Los químicos no sólo se interesan en averiguar de lo que están hechas las cosas, sino también en el análisis de sus propiedades para responder preguntas cono: ¿Qué hace que una sustancia en particular sea tóxica, dulce, dura o explosiva?¿Cuál es el origen de la química en México y en el mundo?

LA QUÍMICA EN MÉXICO.

Las diversas culturas prehispánicas de Mesoamérica manejaban muchas transformaciones de productos naturales. Trabajaban el oro y la plata para usarlos en joyería y ornato, conocían el cobre y el estaño (que alearon para obtener bronce), y también utilizaban el plomo y el mercurio.

Condimentaban sus alimentos con la sal común (NaCl). El tequesquite (costras de cloruro y carbonato de sodio) lo utilizaban para sazonar y facilitar la cocción de las legumbres. Lavaban la ropa con las saponinas contenidas en la raíz del maguey. Obtenían azúcar al evaporar el aguamiel. Conocían la fermentación, con la que elaboraban el pulque.

Sabían teñir las fibras naturales que ellos fabricaban y los colorantes que usaban los extraían de plantas y animales. Tal es el caso del color rojo o “sangre de tunas” que obtenían de la cochinilla (nachiztli) y del hoy desaprovechado “palo de Campeche” aún llamado “palo de tinte” por los lugareños, así como también del azul maya en cuya misteriosa fabricación entraban ingredientes aún desconocidos. También empleaban resinas vegetales en pinturas, pegamentos, orfebrería y medicinas. Fabricaban papel (amate) y conocían el hule.

Tras la llegada de los españoles (1519), la actividad primordial era la extracción de la plata por amalgamación con mercurio, proceso a través del cual se obtenía plata casi pura a bajo costo. La extracción de colorantes también tiene un papel destacado en este periodo y, junto con la plata, estos productos mesoamericanos fueron exportados a todo el mundo, lo que arrojó grandes riquezas para la Corona española.

A partir del inicio de la Independencia (1810) se siguió desarrollando la minería y se apoyó la instalación de todo tipo de fábricas, sobre todo de textiles. En esta época, el desarrollo industrial lento y muchos de los químicos que trabajaban en el país procedían de Europa, continente a donde llegaron destacados mexicanos para perfeccionar sus estudios, como por ejemplo, Leopoldo Río de la Loza, Adolfo Castañares y Juan Salvador Agraz.

Durante el Porfiriato, la industria creció más rápidamente y se renovaron varias industrias; la del papel, de la cerveza, del azúcar y la siderúrgica, esta última de la mano del tendido de vías de ferrocarril.

Después de la Revolución y hasta 1940, la economía del país creció con lentitud. Sin embargo, en 1916 ocurrió un hecho relevante para todos nosotros; por iniciativa de Juan Salvador Agraz se creó la Escuela Nacional de Química Industrial, madre de la actual Facultad de Química de la UNAM, y 20 años después se fundó el Instituto Politécnico Nacional. En ambas instituciones se forman actualmente profesionistas químicos que hacen posible el desarrollo industrial del país. Gracias a ellos y a los trabajadores petroleros, México pudo salir adelante en la crisis desatada al nacionalizar el petróleo en 1938, cuando los técnicos abandonaron el país pensando que sin ellos sería imposible seguir extrayendo y tratando el recurso energético.

Hubo un suceso que demostró la alta preparación de los químicos mexicanos. Las empresas extranjeras, en represalia por la nacionalización, boicotearon la descarga de petróleo mexicano en puertos extranjeros y se negaron a vendernos tetraetilo de plomo. En una pequeña fábrica, que se instaló donde hoy se encuentra el Instituto Mexicano del Petróleo se tuvo éxito en la síntesis de ese producto y dispusimos de gasolina con tetraetilo de plomo hecho en México. El tetraetilo de plomo se ha usado para regular la combustión de la gasolina en los motores.

En 1941 se creó el Instituto de Química, que vino a romper el vacío existente en cuanto a investigación química se refiere. No cabe duda que la década de 1940 marca el inicio de la industria química mexicana. Se establecieron entonces empresas importantes como Sosa Texcoco y Celanese Mexicana.

En 1944 se inició en México la industria de esteroides, al fundarse los laboratorios Hormona, de los que nace la empresa Syntex. Allí se fabricó la progesterona a partir de la diosgenina, obtenida de vegetal “cabeza de negro” que crece silvestre en el estado de Veracruz. A consecuencia de este trabajo, México aparece por primera vez en el mercado mundial de hormonas como el principal competidor de Estados Unidos, provocando que el precio del producto se abatiera considerablemente: un gramo de progesterona que en el mercado internacional costaba 200 dólares; cinco años después costaba sólo dos dólares. Como era de esperarse, Estados Unidos compró la empresa.

En 1949, en los mismos laboratorios mexicanos, se sintetizó la cortisona, un esteroide con notable actividad para reducir la inflamación.

Desde 1950 hasta 1982 el número de industrias creció, sobre todo las de productos químicos básicos, relacionadas con la producción de ácidos, bases y sales, gases industriales, colorantes y pigmentos derivados del petróleo. A partir de entonces, a consecuencia de la apertura económica del país, el 70% de la industria química mexicana integrada por pequeña y mediana industria se encuentra en franca crisis, desapareciendo muchas de ellas y agrupándose otras para resistir el cambio.

La petroquímica básica y secundaria tuvo un auge sin precedentes. A pesar de la crisis actual, el futuro de la industria química mexicana se contempla con optimismo ya que las necesidades de nuestra sociedad así lo exigen.